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San Valentín está a la vuelta de la esquina y tú todavía sin ideas para regalar, saliendo a duras penas de la cuesta de enero, y si tienes niños y ya no sabes qué inventarte para pasar las largas tardes de invierno… ¡a hacer manualidades! fáciles, resultonas y “llenas de amor” como estos adornos de corazones de arcilla blanca.
Vas a necesitar: un bloque de arcilla blanca, cortapasta en forma de corazón, unas cintas para colgarlos (valen lazos, cuerda, rafia…) pinturas, y lo que se os ocurra para hacer dibujitos sobre la arcilla, como pajitas, palillos de dientes, el capuchón de un boli…
Primero humedecemos y ablandamos la arcilla, yo uso un spray con agua para no ensuciar demasiado, que también viene bien cuando veo que la plastilina play-doh se está poniendo seca. Con un rodillo hacemos una plancha con un grosor lo más regular que podamos de unos 0,5 cm. (si no tienes rodillo puede resultar útil un vaso de tubo, aunque eso no se lo puedes dar a los niños)
Cortamos varios corazones con el molde (nosotros hicimos también otras formas, setas, casitas…) apretando bien fuerte y hasta el fondo para que no queden babas en los bordes. Tengo este cortapasta de un juego de repostería infantil, pero creo que será fácil encontrarlos en cualquier tienda de manualidades o de útiles de cocina.
Hacemos los dibujos sobre las formas, aquí podéis utilizar cualquier cosa que se os ocurra, un cartón para hacer rayas, un capuchón hará círculos, un punzón agujeritos… (mi hijo se “emocionó” pinchando y se cargó algunas figuritas) No os olvidéis del agujero superior para que se puedan colgar una vez terminados.
Dejamos secar al menos un día, aunque reconozco que cuesta esperar “hasta se ponga blanco”. Simplemente así están muy chulos, a lo estilo nórdico quedan bonitos colgando de cualquier pared o sobre madera.
Pasamos a la pintura, en esta fase me quedé sola así que los pinté como me pareció. Podéis darle un acabado más fino aplicando una capa de barniz transparente, o personalizarlos escribiendo una dedicatoria por la parte de atrás con rotulador fino indeleble.
Para terminar pasamos un cordel “al gusto” por el agujero y dejamos un nudito para poder colgarlos ¡ahora sólo queda buscarles dueño!
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