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Paseando hace unas semanas entramos en una juguetería para ir tanteando y ver en directo los juguetes que llevamos viendo por la tele día tras día durante meses. De repente la cara de mi hijo cambió.
Si hubiéramos estado en una película, del estante habría empezado a salir una luz dorada y empezado a sonar una música mágica a lo Danny Elfman. Y allí estaba, más feo que un dolor, caro y plasticoso: El Laboratorio del Doctor Calavera había entrado en nuestras vidas.
Sin exagerar estuvimos más de 15 minutos delante de la caja, pidiéndome que le diera la vuelta para ver la parte de atrás y que le contara una y otra vez qué hacía ese juguete tan increible. Bastante después llegó la abuela Blanca y así se lo encontró, hipnotizado, y empezó a contarle: que si el coche pasa por aquí cambia de color, que si hace un looping superrápido, que cuando pasa por debajo la calavera se come el coche y que la mano de huesos lo agarra como una grúa… Todo eso repitiendo como un loro todo lo que yo le había contado pero entrecortado por los nervios y la emoción. Y nada, mi madre pensaba como yo: esa cosa tan fea no se la compro, pero al final el cacharro cayó para su santo (el 6 de diciembre, San Nicolás).
Él no se lo esperaba para nada así que os podéis imaginar la ilusión cuando abrió el regalo, que venía acompañado de otros dos pequeños paquetes con coches Hot Wheels Color shifters sin los que el Dr. Calavera no es nadie. Estos coches que cambian de color según la temperatura del agua son la gracia del asunto ¡mira mamá, son “máyicos“!
La verdad es que la calidad parece buena, las piezas están bien terminadas y el plástico no es el que encuentras en los juguetes de bazar chino, es de Mattel y eso se nota. También se nota en lo subidito del precio (45-50€ según el sitio) y todavía dudamos que los tornillos que ensamblan algunas partes sean antióxido y aguanten tanta agua, nosotros incluso lo hemos metido ya en el plato de ducha como juguete durante el baño, el tiempo nos lo dirá. Otra cosa, esta es una pista cerrada, es decir, no sirven las otras pistas HotWheel para ampliarlo o sustituirlas como en un principio se puede pensar. De todas formas este juguete es muy recomendable para niños de unos 4 años en adelante, es bastante entretenido y tiene variadas posibilidades de juego, coche para arriba, para abajo, que si jeringazo de agua caliente aquí, que si a escurrir la esponja-cerebro allí…
El recopetín de la diversión pero a costa de liarla bastante con el agua, así que si no tienes ganas de armar todo el tinglado (toalla en el suelo, paños, agua arriba y abajo, cubitos de hielo…) en el baño con los coches que cambian de color y dos tapers de agua, una caliente y otra con cubitos de hielo, también se lo van pasar bomba. Aunque ya sabemos cómo es esto de los juguetes, cualquier día se levantará y ya no se acordará del doctor calavera ni de sus “máyicos” coches monstruo.
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